El actor,
escritor, publicista, dibujante y productor mexicano Roberto
Gómez Bolaños, conocido como
Chespirito, falleció el pasado 28 de noviembre de 2014 a las 13.15 hora local (19.15 GMT)
rodeado por su familia en la zona residencial Isla Dorada, Cancún, México. Fue
el creador de personajes como Chespirito, El Chapulín Colorado y El Chavo del 8 entre otros.
Roberto Gómez Bolaños |
Desde hace varios meses Gómez Bolaños
ya no se levantaba de la cama, sufría diversos problemas de salud como diabetes
y enfisema pulmonar tras años de fumador empedernido. El actor, siempre con el
buen humor que lo caracterizaba, atribuía sus problemas de salud a que durante
más de 40 años "corrió sin aceite" en numerosas giras de trabajo. Cuando
sus problemas de salud se agudizaron, Chespirito fijó su residencia en Cancún,
donde solía frecuentar lugares públicos y compartir con la gente.
Tres generaciones se han reído en
América Latina con los personajes televisivos de Chespirito. El Chavo del Ocho,
su hijo más célebre, fue el que le dio la mayor popularidad a Gómez Bolaños. Esa serie de televisión
traspasó no sólo fronteras, sino generaciones. Las historias de la vecindad
de El Chavo del Ocho siguen vivas en la versión original, en caricatura y en
videojuegos. Desde los hispanos en Estados Unidos hasta los fans en Argentina,
el continente hizo propio el lenguaje del Chavo, con frases como «se me
chispoteó», «fue sin querer queriendo» o «es que no me tienen paciencia».
La
creatividad de Gómez Bolaños hizo que se ganase el nombre de Chespirito. Aquí
nace El Chapulín Colorado y para 1971 había llegado El Chavo del Ocho.
El chavo del ocho |
El Chavo del
Ocho era un niño que vivía en un barril en una vecindad como podría haber sido
cualquiera de la Ciudad de México o quizá, aventurémonos, de cualquier
metrópoli de América Latina. El Chavo no tenía nombre pero sí un sueño: una
torta de jamón. En España: un bocata. Sufría humillaciones, pero su ingenio lo
salvaba. Los personajes de la vecindad hacían una burla del enraizado clasismo
de la sociedad mexicana. “¡Chusma, chusma!”, gritaba el supuesto niño bien de
aquella peculiar tropa, que en realidad era un muchachito de enormes mofletes
que se refugiaba tras las faldas de su mamá.
El Chapulín
Colorado se cuece aparte. México es un país que, pese a su supuesta vocación
épica, tiende a mirar con una ceja levantada la aparición de un héroe
autoproclamado. Así que a Chespirito se le ocurrió inventarse uno peculiar. Sus
“antenitas de vinil" detectaban cualquier mal. Tenía un gran corazón y por
arma, un “chipote chillón”, para vencer a los malvados. Contaba con unas
“pastillas de chiquitolina" que le ayudaban a escurrirse de situaciones
incómodas y además una “chicharra paralizadora” que servía para inmovilizar a
sus enemigos. Eso sí, tenía mucha torpeza. Pero conseguía escapar, salvar el
día y dejar a su público fascinado. “¡No contaban con mi astucia!”, espetaba a
la cámara.
Con
la muerte de Roberto Gómez Bolaños,
“Chespirito”, se marcha uno de los principales artistas mexicanos. Creador e
intérprete de centenares de obras en las que destacaba un humor cargado de
inocencia y una recreación de situaciones inverosímiles, al tiempo que se
retrataba el alma del México popular. Esta maestría hizo accesibles sus obras
al gran público, expandiéndose sus series por todo el continente sudamericano y
llegando a este lado del Atlántico.
Katia Alvarado
11/02/2015
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